EDITORIAL | Autor: Andrés Maslyk | 07-05-2020
El mayo (francés) del COVID19
No te metás...
Aquel mayo francés de 1968 quedó un poco lejano en el tiempo. Quiénes puedan recordarlo por haberlo vivido de forma intensa tienen al menos, al dÃa de la fecha 65 años. Lo que empezó como una serie de protestas estudiantiles terminó en un movimiento transversal en Francia que dejó una huella imborrable en el siglo XX. En el mundo de la guerra de Vietnam, los movimientos contraculturales y los hippies, sumados a algunos conflictos coloniales, surgió un movimiento espontáneo que dejó una marca única y definitiva sobre los hechos sociales de las masas, en los primeros dÃas de 1968.
Cincuenta y dos años después de que aquellos estudiantes franceses protestaran por las condiciones y la bronca se extendiera a todos los sectores, como un reguero de pólvora, nos encontramos con un mundo mucho más aburguesado, en cuarentena, paralizado y adormecido por los canales de TV y las redes sociales que lo mandan a quedarse en casa.
La cosa por allá, en aquellos días, explotó después del cierre de Nanterre y el traslado a la Sorbona del conflicto, al que se sumaron los alumnos del Barrio Latino. La policía, una vez más, reprimió como nunca y logró lo de siempre: empeorar la situación. Entonces, una huelga general se sucedió, luego de aquel 10 de mayo de contraofensiva oficial nefasta.
El Gobierno, dormido como pocas veces, reaccionó tarde y tuvo que salir a negociar aumento de salarios para romper la unión de los trabajadores y los estudiantes. Así, los acuerdos de Grenelle sellaron el principio del fin de las utopías. Tal vez las mismas que este mismo 10 de mayo de 2020 vamos a comprobar que eran señoras muy mayores, posiblemente en terapia intensiva después de un contagio del COVID19. En aquella época, Charles de Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones. Los cambios tipo “Gatopardo” hicieron el resto. Hoy, lo recordamos por TV, en casa, comiendo bizcochuelos caseros y con miedo a que una especie rara de gripe, exaltada a la categoría de alienígena, nos mate como si se tratase de la mancha venenosa.
Después de arreglar con plata los principios innegociables, los movimientos fueron perdiendo valor y las ilusiones se evaporaron con los calores de la primavera y el verano. Hoy, aquellos abuelitos protestones, no salen de sus apartamentos de entre quinientos mil y un millón de euros ubicados en La Bastilla, La Defense o Champs Elysées. Hoy la vida nos importa un poco más y el otro es un ser peligroso que nos puede contagiar. Hoy no manifestamos, nos cuidamos con alcohol en gel y barbijos.
Los argentinos, que gustamos tanto de París, somos un fiel reflejo de aquella decadencia. Ni chalecos amarillos ni caretas de Dalí. Hoy vemos el capítulo estreno de Billions en su última temporada, por Nétflix, mientras aguardamos que Alberto nos explique cuándo podremos salir. Mientras tanto, los chicos venezolanos de Glovo pueden arriesgar su vida entre el Corona Virus y los autos, para traernos la pizza justo a tiempo.