EDITORIAL | Autor: Redacción | 03-04-2020
Las vÃctimas de discriminación por coronavirus
Alerta personal
Primeros fueron los chinos y coreanos, lo que nosotros llamamos portación de cara; después los turistas extranjeros; argentinos provenientes del exterior; repatriados; la insensatez no tiene lÃmites, ahora la discriminación llegó a los enfermos y a los que prestan servicios sanitarios, médicos, enfermeros, farmacéuticos. Los mensajes anónimos, cobardes e ignorantes ahora se están denunciando fuertemente en los medios y redes.
El 2020 comenzó con casos estigmatizantes, pasamos todo el verano hablando de “los rugbiers”, como si el hecho de practicar un deporte, en otras épocas, caracterizado por el tercer tiempo, la camaradería y el fair play, tuviera una relación directa con la violencia extrema y el ADN de un asesino.
De esta manera, despersonalizamos, ponemos una máscara colectiva que suele distorsionar, evadir o evitar la verdad. Recuerdo el personaje colectivo de “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, que, por móviles más altos, hacía que todo un pueblo se cargara en sus hombros un asesinato, “una muerte que hacía justicia por su propia mano”.
Un argumento lejos de la justicia.
Pero ese es otro tema. ¿Cómo se pasa del aplauso a las 21 horas al personal sanitario a mensajes anónimos o ataques cobardes?
Una manera elegante y constructiva sería explicarlo aludiendo a la ignorancia. Pero, en la vida nunca existe una sola causa porque siempre coexisten distintas perspectivas. La idiotez en combinación con la hijaputez suele dar como resultado a la peor clase de persona. Traicionera, hipócrita, destructiva.
Este mundo está lleno de esa clase de personas, que serán excepciones, pero lo importante es que no las dejemos actuar impunemente, que no las dejemos enmascararse tras un bien común.
Seamos solidarios, no convalidemos acciones discriminatorias, no permitamos que uno o dos o tres retrógrados que se reúnan puedan ocultarse tras nominaciones como “el consorcio”, “los vecinos”. No somos ellos, somos nosotros.
Recuerdo la escena de la película “Diamantes de sangre” en la que el padre encuentra al hijo robado por los rebeldes del FRU y el pequeño lo apunta amenazándolo de muerte. El padre, con infinito amor y comprensión, le recuerda las escenas más sencillas de la vida junto a su familia y supera el momento reencontrando a su hijo. Una historia que difiere de “El cautivo” de Borges.
Lo cierto es que en época de guerra es necesario recordar quiénes somos, cuáles son nuestros valores y dejar, como dice Alejandro Dolina en “Crónicas del Ángel Gris”, que la “ética y la estética” nos recuerden lo mejor de los seres humanos, “esos goles memorables de Diego Armando Maradona”.