EDITORIAL | Autor: Redacción | 29-12-2019
La Argentina del eterno retorno
Resignación o voluntad
Tal vez seamos parte de una historia mÃtica que nos haya sumergido en la naturaleza cÃclica de las cosas, el eterno retorno. Tal vez la vida no sea más que un sueño, el sueño que cumple los sueños de unos pocos.
Para parafrasear a Nitzsche en Así habló Zaratustra, los argentinos pareciera que despertamos inconscientes y que la historia nos enfrenta a los mismos problemas pero con menos recursos.
Pero, si en el sentido más idealista tomamos la esencia de un nuevo despertar como posibilidad de volver a elegir, volver a reconstruirnos como seres nuevos, encontramos un sentido positivo a esta naturaleza cíclica.
No podemos quedarnos en una teoría del eterno retorno concebido como un proceso matemáticamente inevitable porque creemos en el libre albedrío y en la capacidad creativa del individuo. Este concepto nos lleva a la vida en sociedad y a sus valores como ideales perfectibles a alcanzar.
Solidaridad, bien común o en términos más populares, tierra, trabajo y techo.
Nuestra lectura de la historia lineal, cronológica marca un camino escarpado que deja como resultado una sociedad más precaria y no más próspera. Los discursos políticos a la hora de observar a simple vista los resultados, no ameritan casi la necesidad de documentación, de análisis profundo o lecturas de informes nacionales o internacionales, son meras quimeras perdidas en campañas publicitarias y marquetineras.
La posibilidad de encontrarnos sumergidos en la repetición cíclica de fórmulas nos pone en la disyuntiva de ser observadores más agudos, más activos y más comprometidos.
Hay un principio del tiempo y un fin, que vuelve a generar a su vez un principio.
Esto nos pone en el rol protagónico de la historia.
Cada instante es único, pero eterno, ya que en él se encuentra todo el sentido de la existencia. Ahora, ¿qué haremos con ello?