EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 04-06-2019
Cuando el fabricante de mentiras deje de hablar
Mientras miro las nuevas olas
La noche permite la reflexión, inevitable, de un año que galopa frenético rumbo a la nada. El poder, o su lucha encarnizada, nos ha devorado el otro poder, el adquisitivo, durante los últimos años. Se perdió el norte; aumentó la desocupación, cerraron comercios y fábricas, se concentró la riqueza y se beneficiaron a los poderosos. Nada de lo que se prometió en campaña se cumplió. No aumentó la seguridad, no hubo derrame de las clases altas hacia las medias y de estas a las bajas. Sólo hubo inflación y recesión, mezcladas en dosis peligrosas que generaron estanflación. Ahora, a dÃas de los comicios y con derrotas electorales a diestra y siniestra, el gobierno inaugura obras, los distintos niveles de poder se pelean por bien quien corta la cinta, y todos se vuelven hacia los que menos tiene con cara de "comprendo tus necesidades". Y del otro rincón, el demonio con cara de Papá Noel, nos promete sidra y pan dulce "para todes" si los volvemos a votar. En los laboratorios de campaña se piensa en cómo conquistar el voto. ¿Cómo van a comer los pobres el año que viene? Para eso hay tiempo; lo urgente son las PASO.
En la noche fría, pero no odiosamente fría, de la ciudad recesiva y deambulante, no se oyen ni los caños de escape que hace años giraban hasta el cansancio en locas picadas, ante la pasividad policial. Los chicos ya no tienen plata para la nafta y los autos tuneados se usan menos. La crisis llegó para quedarse.
Y aquellos que comían afuera ahora no salen, y los que pintaban la casa no lo hacen. Las primeras marcas fueron sustituídas por marcas blancas y la ilusión de que todo va a mejorar poco a poco se desvanence. Los jóvenes titulados profesionales se van a Europa o Estados Unidos, los jubilados cobran casi el 50 % menos que lo que percibían en 2015. Este carnaval de restricciones no llegó a la banca, ni a las petroleras o mineras. El agro tampoco sufrió el apriete: ¿adivinen quien corrió con la peor parte? Una vez más, la clase media y las clases humildes.
Cuando la última campanada de la iglesia del barrio indique que es la mañana, en aquel mítico pasado que ya no va a volver, imaginaremos un país que tenía un 3 % de pobreza, que tenía violencia social ascendente y derechos en deuda hacia el pueblo oprimido. Recordaremos la violencia de la derecha y la izquierda, las bombas en los jardines de infantes y los asesinatos. Y luego los sectores de poder pidiendo el golpe de estado, hace no menos de 44 años. Cuatro décadas de gobierno de corruptos e inútiles transformaron aquel 3 % de pobres en este triste 35 %. Algo, sin duda, hemos hecho mal, democracia mediante. Y así las cosas, pensar que la sociedad podía auto regularse no es menos iluso que la idílica lucha de clases de los setenta. Simplemente, la noche y las estrellas, clarividentes, parecen decirlo todo.
Quiero estar, en la playa cuando se han ido,los que tapan toda la arena con celofán, recordar las estrellas que hemos perdido
y pensar a suerte y verdad nuestro porvenir. Será cómo yo lo imagino o será un mundo feliz?