EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 25-05-2019
Callejeros
Truena el escarmiento
Las urnas están próximas a dar otro veredicto. La manija va a cambiar de mano, seguramente, porque nada volverá a ser lo mismo después de votar. Pero lo cierto es que el mes de mayo, triste como pocos, nos muestra la desolación de un dÃa patrio sin patria, de un dÃa festivo sin fiesta, de un grupo de gente pugnando por zafar del cadalso y otro por escapar del mundo de miseria que le decidieron desde otro lugar, muy lejano al suyo. "Nadie es la patria, pero todos lo somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese lÃmpido fuego misterioso" (Borges, una vez más, por si fuera poco, estaba en lo cierto).
"Porque no vienes hasta mí, porque no puedo
Amarte. Porque no vienes hasta mí, porque
Cambias como el sol porque eres tan distante
Porque no cambias como el sol..."
Charly canta, la gente lo escucha, tal vez algunos lo oyen. La gente pasa y pasa siempre tan igual... Ayer soñábamos con el cambio, hoy con el cambio del cambio, con el sol que se asome en una patria mezquina que posterga a los sin jeta. Borges lo dijo, Charly lo firmó, entonces: "Dicen que escapó este mozo, del sueño de los sin jeta que a los poderosos reta y ataca a los más villanos sin más armas en la mano, que un diez en la camiseta" Maradona, que no es una persona cualquiera, como canta Calamaro, está cerca de nosotros tratando de explicar que la patria también es insolente, torpe, adicta y creativa, hasta la médula.
A la patria le da lástima que lloremos por el amor perdido. La sangre de los chicos derramada en Malvinas, es patria también, anónima y fría, en un suelo irremediablemente negado. La chica que te dijo que te amó, pero te odia, es la patria. El chico que se fue es la patria. Aquellos colectivos denigrados, soslayados, los trans, los gays, las personas que tienen capacidades limitadas, también son la patria.
Entonces suena una cumbia, como si se tratase del preludio de un sábado de fiesta, en la parte de atrás del villerío se huele a jabón de lavar la ropa rancio, que corre por una canaleta improvisada, y se mezclan los olores a torta frita, chipá y mate. Eso es la patria, que le queda muy lejos a los políticos de la campaña, aún cuando se acercan para pedir los votos y sacarse la foto de rigor con el niño mocoso.
El amor y el odio son casi la misma cosa. Su antónimo debe ser, seguramente, la indiferencia, esa que sentimos alguna vez y que irremediablemente no tiene vuelta atrás. Feliz día de la Patria suena a chiste, en un momento donde no sabemos quién realmente quiere encarnarla.
No podría terminar estas líneas sin volver a Jorge Luis, una vez más. "Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan esas sombras que debemos salvar. Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso".