EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 21-05-2019
Acotar las pasiones
Eléctrico
Se trata de una época en la que el ser humano, sin género, en tanto nuevo, deberÃa darle paso a lo distinto. Hacer las mismas cosas de siempre y esperar otros resultados es, cuanto menos, de necios. Lo cierto es que Cristina se sienta en el banco de los acusados de una justicia que sabemos no es imparcial y está sospechada seriamente de ser operada por la polÃtica. También sospechamos que Cristina es culpable de los delitos a los que se la imputa, pero no existe una vara para medir los episodios que no esté manchada. Esta justicia llevó a siete presidentes al banquito de los acusados en los últimos años, y sobreseyó a Macri, por la represión del Borda, a una semana de haber asumido como máxima autoridad nacional. Es difÃcil creer en un poder tan manchado, tan menoscabado. Casi tanto como creer en la inocencia de la ex presidenta. Claro que la desastrosa gestión económica actual y la habilidad polÃtica de CFK le han permitido una ventana que mira a la Casa Rosada, increÃblemente, otra vez. Pero eso nos obliga a todos a buscar la ecuanimidad, o acotar las pasiones, al momento de interpretar qué y por qué vivimos lo que vivimos, como sociedad.
Un tren choca, en una estación de CABA, porque no funcionan los frenos y los sistemas de seguridad. Sus vagones están mal acondicionados y se retuercen por encima de lo esperado. Mueren muchas personas, como consecuencia del gobierno corrupto de la década anterior. Lo llaman La tragedia del Once, pero de tragedia no tiene tantos elementos; más bien de episodio mafioso organizado. El responsable máximo del gobierno, Cristina Fernández, nada dice del mismo. Van a juicio algunos de sus colaboradores y listo. Hoy nadie los recuerda.
En otros reductos de la obra pública, un desconocido devenido en empresario, Lázaro Báez, se beneficia con más de ochenta obras públicas direccionadas a su estructura fantasma. Cristina también es la presidenta durante las mismas. La intencionalidad de la dirección irregular de las adjudicaciones de esas obras es lo que se trata de probar judicialmente. Todo queda muy salpicado.
Luego viene el tiempo del cambio político, las ilusiones y la debacle de endeudamiento público, carnaval de asistencialismo a las clases sociales bajas, en un combo con recesión y transferencias de recursos de la gente a las empresas concentradoras de servicios públicos, junto con beneficios a las mineras, los sojeros y a la renta financiera. Este modelo perverso ya no sucede con Cristina en el poder sino con Macri, que viene para cambiar la matriz de aquella corrupción. El resultado funesto nos interpela sobre lo que somos y de donde venimos. "Hoy Cristina no se ve ni tan mala ni tan chorra", se oye decir en una charla de café. Una vez más, la sabiduría popular no se equivoca.
El psicólogo sugiere acotar las pasiones. No adormecerlas, pero no exacerbarlas. Simplemente dejar que las cosas sucedan. Recuperar la normalidad como sociedad, si es que existe y alguna vez la tuvimos, quedará como tarea pendiente para el próximo lustro del gobierno que toque.