EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 14-05-2019
De tu querida presencia
El cumpleaños del Che
Ernesto Guevara anda por la calle, es un viejito de 91 años que mantiene su postura erguida, a pesar del maltrato de los años y un asma crónica que se niega a dejarlo. Ernesto no murió en La Higuera el 9 de octubre de 1967, ejecutado con cobardÃa por un soldado boliviano; el que murió es El Che, que nos dejó para dar paso al mito. Ernesto se rÃe de ver su cara en remeras y en tatuajes de tilingos conservadores que se dan aire de progres. Ernesto organiza revueltas en el geriátrico, porque la comida es mala y porque ya nadie defiende a los viejos depositados por sus familiares o por la caridad. El Malecón se baña de una brisa marina y Ernesto Camina, rumbo al Floridita, a paso lento porque le toca subir la loma. Hoy cumple años y se va a permitir beber un poco de ron, aunque los doctores le digan que a su edad es un suicidio.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Don Ernesto porta una barba blanca rala y un tanto mal cuidada. Tose y mastica un pedacito de habano. Esta tarde se siente un olor a mar distinto, como si fuera a durar para siempre.
"Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita", dijo Ernest Hemingway, pero el Che lo odiaba, digamos que lo signaba como imperialista. Ernesto, en cambio, apacible en la pos revolución, en el siglo XXI y en la era de la pos verdad, anda plácido entre la hierba y se esconde, de los flashes de turistas que reconocen alguno de sus rasgos. - Una foto, comandante - se escucha desde el oeste. Ernesto no dice nada, no es a él al que le hablan.
Ernesto no sabe de revoluciones románticas en este tiempo. Los líderes tuitean comentarios al otro lado del río, mientras escuchan a Jorge Drexler saltando de canoa en canoa. Los líderes punto com son piezas de trolls que, Durán Barba mediante, aprendieron a vender votos en estructuras piramidales, como si se tratase de Tupperware. Ernesto camina. El mundo corre en clics descontrolados desde Maduro a Trump mientras Xi Jinping juega a ser el William Boo del mundo. Titanes en el Ring tiene otro héroe, desde la lejana Cuba, al son de "Guantanamera" viene el Che, con una especie de capa a azul, blanca y roja, pero de Cuba. Ernesto paga su daiquiri y se deja andar por la calle del costado, rumbo a la placita vieja. Allá están algunos compañeros de batalla para jugar al dominó, como si se tratase del "Juego de Abalorios", un ejercicio intelectual que pretende relacionar todos los saberes de la humanidad.
Y así como así, Ernesto se va caminando y recordando a Hermann Hesse. Eran pedales de una bicicleta gastada, aquella que en la colina recordaba que no hay que mirar hacia atrás ni para tomar impulso. Tal vez cuando cumpla los cien, Don Ernesto se de el gusto de contestar algunas de las infamias con las que mancharon algo de su nombre. Por ahora se recrea entre el subibaja de "De tu querida presencia" y la del hombre que le ganó a la masa de chetitos de Barrio Norte. Feliz cumple, Don Ernesto. Gloria eterna al Che.