EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 28-04-2019
Extraña regresión
Al paÃs del nunca jamás
"Cuando el terapeuta lo guiaba hacia su pasado, notó que la angustia se agrandaba en el preciso momento en que un martillazo sobre la sien parecÃa intentar acabarlo, desde el más allá. Eran los noventa, tal vez, época de groseras inequidades neoliberales y Mauricio intentaba tener algo de notoriedad presidiendo un importante club de fútbol". Este imaginario párrafo de la novela del presidente, esa que en breve más de uno va a querer escribir, cuando no publicar, nos proyecta a un estado de dejavú, en una sociedad que se niega a crecer, como si se tratase de millones de "Piterpanes" todos juntos, en masa, negando lo evidente. Asà las cosas, en el paÃs del "No me acuerdo", hoy no se trata de dar dos pasitos y perderse sino de quedar eternamente invisibilizado. La pobreza nos golpea como nunca y desde arriba seguimos viendo sólo lo que dicen las encuestas.
"Despierta Mauricio - fue la orden del terapeuta, al tiempo suavemente le corría la manta que lo curbría, el presidente, con los ojos llenos de lágrimas y sin saber qué lo había angustiado tanto, se limitó a preguntar ¿Qué dije?. Nadie, ni los custodios ni el mismísimo edecán se animaron a pronunciar palabra. Como sea, era domingo y el sol de la Quinta de Olivos hacía presumir una tarde apacible. Juliana, por acá y por allá, con calzas en una bicicleta playera, giraba en la cercanía mientras controlaba todo, incluso lo que no sabía que se había dicho".
Más tarde, cuando el fútbol televisado ocupase el lugar de privilegio, con una taza de café en la mano, Mauricio y Juliana jurarían algo que no sabían si lo iban a poder cumplir: no volverían a vivir cuatro años como estos."
El relato, quién sabe lo que tiene de ficticio y real, tal vez llegue a los ojos de los protagonistas. Un país que se empecina en no querer crecer, que elige mal y no tiene autocrítica, arrancará una semana corta mañana, cuando los astros se pongan en línea para vivir otros siete días de fracasadas ilusiones colectivas.
"Adiós Mauricio, hasta la semana que viene" le dijo Jorge, el terapeuta. Nadie le respondió.