EDITORIAL | Autor: redacción | 29-01-2019
El dÃa de la marmota
Conflicto municipal eterno
Cuando uno, como ciudadano de esta urbe, intente analizar qué es lo que trata de hacer el ejecutivo municipal en el conflicto de Ãndole salarial y laboral que lleva adelante con los trabajadores de la comuna, se va a encontrar con una serie de dislates propios de una comedia. Claro que la vida común es un tanto menos bizarra, al menos en los papeles, que lo que se observa. Los funcionarios utilizan los recursos del estado para castigar o beneficiar a sus colaboradores, es decir, discrecionalmente. El ejecutivo le paga a un periodista de esta ciudad (uno entre varios) para que deje en ridÃculo a los opositores y para que maquille a los secretarios en reportajes porpagandÃsticos pautados. El tesoro municipal para a ser un botÃn y en el medio, el secretario de hacienda, habla del mismo como si le perteneciese. La oposición y ls sindicatos, una vez más, no dan la talla. El trabajador de a pie, el docente, el tipo que todos los dÃas sigue creyendo en el sistema y va a cumplir sus obligaciones, es el más castigado.
El día de la marmota es una película realizada en 1993 por Harold Ramis -célebre guionista de recordadas comedias como Colegio de animales, Los cazafantasmas y Analízame, ocupa hoy un lugar destacado entre las comedias norteamericanas, siendo reconocida por la crítica especializada como una de las mejores y más inteligentes que se hayan realizado. En 2006 fue votada como una de 50 mejores comedias de la historia del cine por la revista de cine Premiere, y ocupa el octavo puesto en la lista de los más importantes films del género fantástico del American Film Institute. Ocurre que la premisa del film para realizar una comedia –un hombre está atrapado en un loop temporal que lo obliga a vivir el mismo día todos los días-, esconde como subtexto una formidable reflexión filosófica sobre el sentido de la existencia y la posición ética del sujeto ante el deseo y los otros.
Lo que sucede en esa comedia es que el protagonista, un arrogante meteorólogo, queda atrapado en un bucle temporal en el que transcurre de todo y siempre vuelve al mismo lugar. Cambiando los personajes, lo que sucede con nuestro arrogante intendente y este conflicto trasnochado, parece acercarse mucho a aquella legendaria trama de cine.
El final de la película es un poco más feliz de lo que nosotros avizoramos será el final de este conflicto. "El problema de los problemas de la vida real es que sus soluciones no se suelen encuadrar en el campo de las posibles soluciones", dijo un célebre filósofo popular de nuestra ciudad en un programa de radio nocturno. Los oyentes, con cierta picardía, sabían de qué estaba hablando.