EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 05-06-2018
Dolor dólar
No para, no sube, no baja
Como expresar que apenas una letra de diferencia generen tantos conflictos; tantos encontronazos. Por caso, Roma y Amor tienen las mismas letras y de hecho se parecen bastante. Es imposible estar en Roma y no enamorarse, de todo, incluso de otra persona. Como sea, del dólar sube y nos angustiamos; pero si el dólar baja nos preocupamos mucho, por la falta de competitividad que ello genera. Un dólar estable suele generar una economÃa frÃa, que no se anima a crecer. El dolor del billete verde es implÃcito, a los argentinos, como el hecho de sufrir de forma innecesaria. El sólo pensar en la divisa produce dolor de cabeza, pero es casi imposible mitigarlo porque los remedios, a precio dólar, se han disparado por las nubes.
Ahora el dólar supera los veinticinco mangos por unidad. En 1991, cuando comenzó esta unidad monetaria, el billete valía 1 peso. Le Ley de Convertibilidad del Austral, Ley 23.928, fue decretada el 27 de marzo de 1991 por el Congreso de la República Argentina, durante el gobierno de Carlos Menem, bajo la iniciativa del entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo, y estuvo vigente durante casi 11 años.
Establecía a partir del 1 de abril de 1991 una relación cambiaria fija entre la moneda nacional y la estadounidense, a razón de 1 dólar estadounidense por cada 10.000 australes o posteriormente un Peso convertible. Exigía la existencia de respaldo en reservas de la moneda circulante, por lo que se restringía la emisión monetaria al aumento del Tesoro Nacional. El período en que duró la ley de convertibilidad se llamó popularmente "el uno a uno", en clara referencia a la igualdad del peso frente al dólar estadounidense.
Visto lo visto la Ley no fue muy positiva para el país. Sus consecuencias, junto con la corrupción y la ineficiencia de los gobiernos de Menem, De La Rúa y Kirchner x 3 hicieron que nuestra moneda se deprecie 25 veces en su valor con respecto a la estadounidense.
El dólar a 25 pesos es una molestia, como un dolor de muelas. Sacar la muela producirá más dolor, dejarla allí es imposible. Los días subsiguientes y el acuerdo multifacético con el FMI y otros bancos nos van a traer novedades, seguramente no agradables. El tiempo lo dirá, por ahora, es cuestión de poner en marcha el carro y que los melones se acomoden solos.