EDITORIAL | Autor: redacción | 21-05-2018
No lo puedo hacer más lento
Groucho, eternamente.
En cada crisis recurrimos a Groucho Marx. Icónico y altivo desde el plano del no tiempo-espacio nos señala que, cada tanto, deberÃamos darnos una vuelta por el pasado. En las democracias las elecciones son normales y, naturalmente, deseables. Pero no son gratis. Y no me refiero a lo que se gasta en las cada vez más costosas campañas electorales. Me refiero a que la calidad de las decisiones que toman los gobiernos impacta en todos los planos del pueblo. Los cálculos electorales hacen que los dirigentes paralicen o pospongan decisiones necesarias o tomen decisiones indeseables. Durante los perÃodos electorales, el largo plazo importa menos. La prioridad es seducir a los votantes antes de la elección. Esto, que es siempre malo, en tiempos de crisis es aun peor.
En las democracias las elecciones son normales y, naturalmente, deseables. Pero no son gratis. Y no me refiero a lo que se gasta en las cada vez más costosas campañas electorales. Me refiero a que la calidad de las decisiones que toman los gobiernos impacta en todos los planos del pueblo. Los cálculos electorales hacen que los dirigentes paralicen o pospongan decisiones necesarias o tomen decisiones indeseables. Durante los períodos electorales, el largo plazo importa menos. La prioridad es seducir a los votantes antes de la elección. Esto, que es siempre malo, en tiempos de crisis es aun peor.
Argentina vive, por estos días, una crisis auto provocada. Ya sabemos que uno de los factores que la agrava es que los mercados financieros se mueven a la velocidad de Internet, mientras que los gobiernos lo hacen a la velocidad de la democracia. A esta brecha en la velocidad de la toma de decisiones hay que añadir la pérdida de calidad que sufren las decisiones durante periodos electorales en todos los ámbitos, no solo en el económico. Este problema no se resuelve teniendo menos elecciones. Solo se alivia con más y mejor democracia.
El mito dice que en la tumba de Groucho hay un letrero que dice "Disculpe que no me levante". En realidad en la tumba del más famoso de los Hermanos Marx solo figura su nombre y apellido, la fecha de nacimiento y muerte y una Estrella de David. Realmente Groucho Marx dijo esa frase, pero fue en cierta ocasión durante una entrevista que concedió, donde afirmó que ese era el epitafio que querría tener en su tumba. Seguramente hoy, de poder elegir, Groucho no se levanatría; para lo que hay que ver...