EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 21-09-2017
¡Mirá qué trÃo!
Una delantera de temer
Cuando un ciudadano común y corriente se topa con esta foto, por cierto muy actual, seguramente se le deben cruzar muchas sensaciones opuestas. Eduardo Aliverti, el protector de un hijo drogado y borracho que arrastró 17 kilómetros un cadáver pegado al vidrio en la Panamericana, al lado de VÃctor Hugo, que dijo que Nisman se habÃa suicidado de vergüenza, a sólo tres horas de producido el hecho porque el "manejaba datos concretos", secundando a una beatificada Cristina Kirchner, cada vez más salpicada por casos de corrupción, a la que se le quedó pegado nuestro dinero y con el que pagó las pautas publicitarias de estos dos "canutos del periodismo", se hace difÃcil no pensar en un cambio. Contar cosas de estos dos seres despreciables de los medios no nos va a hacer menos despreciables que ellos. Decir algo más de "Cristina Elizabeth Fernández" no va a producir un retorno del dinero que se robó. Pero la imagen, provocativa de la inteligencia media, lastima e impulsa una corrección de rumbo que tal vez no sea el adecuado: cualquier cosa, incluso Macri, con tal de alejarse de estas sanguijuelas.
Nuestra ex presidenta suspendió una actividad en la localidad de Ensenada por lluvia y de paso, cañazo (o coñazo, dirían en España). Cristina Fernández de Kirchner fue a visitar el programa radial de Víctor Hugo Morales en la emisora kirchnerista AM750. Allí posó con Aliverti, aquel que habló pocas horas después de la condena a su hijo con desprecio hacia la vida del fallecido a manos de este, pero ahora se muestra como campéon de los derechos humanos. El locutor y periodista dijo que ayer había hablado "una parte" de la Justicia, pero que "tendrá que seguir hablando". Tal vez creo que apelando con una chicana a la justicia, los hechos, crueles y despóticos, dejen de serlo.
Felices los tres, después de tanto daño intencional que hicieron sobre nuestra sociedad. Todo por plata, por dinero, que parece ser la única respuesta a una historia de poder y desviaciones que nadie puede, o quiere, contar.