| Autor: Redacción | 08-12-2017
Del 8 de diciembre al 6 de enero
De la tradición celta al culto cristiano, el DÃa de la Inmaculada Concepción de la Virgen se arma el tradicional árbol de Navidad que acompaña los hogares, oficinas y comercios hasta el DÃa de Reyes. El Papa recordó el lenguaje simbólico del árbol de Navidad y del Pesebre.
El Santo Padre Francisco recibió en audiencia a las delegaciones de Polonia y de la Abadía de Montevergine (Italia), cerca de cuatro mil personas, que regalaron este año el árbol y el Pesebre que adornarán la Plaza de San Pedro esta Navidad 2017.
En ese marco, Su Santidad deseó que el Nacimiento del Señor “sea una ocasión para estar más atentos a las necesidades de los pobres y de aquellos que, como Jesús, no encuentran quien los reciba”, y a todos auguró una feliz Navidad, que hizo extensiva a sus seres queridos.
El árbol erguido –dijo - nos estimula a tender ‘a los dones más altos’, a elevarnos por encima de las nieblas que ofuscan, para experimentar cómo es hermoso y alegre sumergirse en la luz de Cristo. En la simplicidad del pesebre encontramos y contemplamos la ternura de Dios, manifestada en la del Niño Jesús.
El Pesebre que este año está inspirado en las obras de misericordia, recuerda, añadió Francisco, lo que Jesús dijo «todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos».
“El Nacimiento es el lugar evocador donde contemplamos a Jesús que, tomando sobre sí las miserias del hombre, nos invita a hacer lo mismo, a través de acciones de misericordia. El árbol, que viene este año de Polonia, es un signo de la fe de ese pueblo que, también con este gesto, ha querido expresar su lealtad a la sede de Pedro”.
Y la historia comenzó...
En la antigüedad, los germanos pensaban que tanto la Tierra como los Astros pendían de un árbol gigantesco, cuyas raíces estaban en el infierno y su copa, en el cielo. Para celebrar el solsticio de invierno, decoraban un roble con antorchas y bailaban a su alrededor.
En el año 740, San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, reemplazo el roble por un pino, en representación de la Santísima Trinidad y como símbolo de amor eterno de Dios y de vida eterna. Fue adornado con manzanas, como símbolo de la tentación cristiana, y velas, por la luz del mundo.
A través del tiempo, la estética fue cambiando y se comenzó a decorar con bolas y guirnaldas. Esta tradición comenzó en Alemania en 1605 , con la idea de darle calidez al frío del invierno. En el Castillo de Windsor, Reino Unido, se vio por primera vez en 1841, de la mano del príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, y los hogares españoles llegó en 1870.
En relación a la costumbre de armarlo el 8 de diciembre, la historia dice que el Papa Pío IX proclamó en esta misma fecha, pero de 1845, un documento llamado Ineffabilis Deus. En el texto estableció que el alma de María, en el momento en que fue creada, estaba adornada con la gracia santificante. Si bien no hay una conexión directa entre la fecha y el Árbol de Navidad, a medida que fueron pasando los años está costumbre se fue ensamblando cada vez más.