Espectáculos | Autor: Redacción | 31-10-2015
Competencia latinoamericana
La maldad responde a una necesidad grande de filmar lo invisible a los ojos. En esta carrera contra el tiempo, las adversidades y la muerte, se construye La maldad, y se acerca al Festival con la ferocidad de las obras filosas e inolvidables.
La maldad, de Joshua Gil – México
De la generalidad del concepto maldad se desprende, en la ópera prima de Joshua Gil, una multiplicidad de sentidos que se entrelazan en un retrato árido y crudo de un hombre en sus últimos días de vida. En una carrera contra el tiempo, el protagonista, que no es otro que el abuelo del director, lleva sobre sus hombros la ilusión de filmar una película, a partir de composiciones musicales, catarsis del dolor por el abandono de su mujer. Entonces la maldad puede tomar forma de muerte, de desamor, de abatimiento, de traición, o simplemente, de ese México adentro, que se presenta inhóspito para un viejo que solo quiere hacer una película sobre su vida.
Joshua Gil trae a la Competencia Latinoamericana una mirada poética y soez del alma humana y todos sus miedos. La naturaleza y los personajes se complementan y modifican mutuamente, en un relato profundo que tiene como protagonista a un hombre en sus últimos momentos de su vida, empeñado en filmar su propia historia.
¿Cómo surge la idea de tu ópera prima?
Conocí a Rafael -el protagonista de la historia- en 2006, ya que a pesar de mi relación co-sanguínea, nos vimos por primera vez cuando yo era muy pequeño, después pasaron 25 años sin reunirnos de nuevo, debido a un pleito familiar. Fue en ese encuentro que me contó la historia que hoy es la base de La maldad. Él me confesó que tenía un guion para hacer una película y me dio una copia. Su imagen siempre fue muy similar a la de un campesino, su vida la dedicó al campo y a la música -sin estudiar-, por lo que el simple hecho de haber intentado escribir "algo” con la estructura de un guion, me sorprendió.
El guión que me entregó eran doce páginas escritas con su vieja máquina de escribir, y en cada una venía una canción que componía la historia de la película: un drama de desamor -como él lo llamaba-, todo en forma de "musical”. Estas mismas canciones las interpreta en algunas partes de La maldad. Él quería que le ayudara a hacer su película, así que busqué una forma de trabajar en una historia que finalmente él mismo me inspiró, generando así una docu-ficción.
El calificativo de maldad puede relacionarse con varios aspectos de tu película, el abandono de una mujer, el abandono estatal, la matanza de animales, lo inhóspito del lugar que parece olvidar a sus habitantes, la traición. ¿Cómo trabajaste desde el guion estos múltiples planos de significación?
Obedece a una necesidad grande de filmar lo que no se ve, lo invisible a los ojos. Dentro de todos los temas y personajes que se asoman en La maldad, el orden de aparición de los temas, responde a inquietudes que he tenido desde mucho tiempo atrás; la amistad, la muerte, la soledad, la desgracia económica, la desesperanza y el amor. Al mismo tiempo son temas muy universales, sobre todo el tema económico. Creo que en esta relación cercana que tenemos los jóvenes con los ancianos de compartir el miedo a lo que viene, nosotros a la incertidumbre laboral, o económica, en la vejez, a la misma muerte.
Sin embargo, la maldad que "evoco” en el film, es justo un proceso, es el motivo de ser de los personajes y el resultado también, son acciones omitidas y palabras no dichas. La maldad se escucha en el viento, se ve en los ojos y en las lágrimas de los personajes. Esto hace que la madre naturaleza se transforme con las acciones sorpresivas de los personajes, hasta que la maldad los rodea en forma de sonidos, de viento y de fuego. Finalmente, la maldad más poderosa aparece, que es la que sufre México, generada por su gobierno. El rodaje lo inicié con 30 páginas de guion y fui avanzando en la conformación de escenas con el equipo y los actores, siempre bajo la misma lógica de la premisa.
El protagonista es un personaje muy interesante, muy rico, y vos lo mostrás, en todos los aspectos, con una crudeza inusitada. ¿Qué elementos tuviste en cuenta a la hora del registro?
Todo el diseño de producción, el equipo, y una parte del guion estaba pensado y hecho para que el protagonista actuara siempre con la mayor naturalidad posible, sin que esto implicara precisamente comodidad para él, es decir, casi sin darse cuenta de que hacíamos una película, le iba induciendo a las acciones o diálogos. Años atrás, Rafa se había quedado completamente sordo, por lo que todas las instrucciones de dirección se las daba por escrito, en libretas pequeñas que aún conservo; caminar, comer, opinar sobre un tema. Para las instrucciones más complicadas tuvimos que inventar otros métodos, que no lo perturbaran y sin obligarlo a hacer o decir algo "falso” a su propia naturaleza. El cansancio o el enfado en su rostro, son reacciones de su cuerpo completamente reales. Siempre me dio la sensación de que Rafael sentía cierto encanto por la cámara, eso mismo hacía que la ignorara y que nunca la mirara. Surgió al mismo tiempo un amor mutuo entre el equipo y él, que finalmente se vio representado con escenas en un tono natural y grato.
Llama mucho la atención como trabajás el tema de la muerte, relacionada con el tiempo que nos queda: un hombre con sueños de hacer una película, en el último tramo de su vida. ¿De qué manera articulaste esa particularidad, y ese metalenguaje: vos realizando una película, como si fuese un deseo cumplido?
Mi padre es médico, él me hablaba desde pequeño sobre la muerte como algo natural, repentino e inevitable. Esto me llevó a pasar y poner en práctica conceptos aprendidos desde pequeño y controlar mis emociones sobre la pérdida de alguien. Años después, y a pocos meses de dar inicio al rodaje, Rafa ya tenía diagnosticado un cáncer terminal. Él no estaba muy enterado de su situación, lo que parecía favorecerle, su estado físico y anímico fue bueno, salvo algunas excepciones. Él iba a morir pronto -y tarde o temprano yo moriré también, pensé-, así que a pesar de no tener dinero suficiente, ningún tipo de apoyo del IMCINE, ni del estado, y la salud de él se deterioraba cada día, tomé la decisión de filmar la historia, que a final de cuentas hablaría sobre eso mismo: La presión por hacer una película antes de morir. Ese objetivo, más el parentesco nos unió mucho. Siempre he pensado que Rafa tenía su propia idea de la película que estábamos haciendo -y veía que lo disfrutaba-. Desafortunadamente nunca llegó a verla concluida, murió pocos meses después de terminar el rodaje.
Los protagonistas son tus abuelos, materno y paterno. ¿Cómo fue la experiencia de filmar con ellos este documental ficcionado?
Me siento muy afortunado de poder haber trabajado con ellos. Sin duda la película existe gran parte gracias a ellos y su amor al proyecto -y muy probablemente por su amor a mí- . El dato sobre nuestro parentesco se dio a conocer el mismo día de su estreno en Berlín. Yo no quería que se pensara que es una película "tributo” o una historia simplemente "local” en el mundo del director. Creo que la historia es lo suficientemente sólida e interesante como para existir sin necesidad de que esa relación de sangre justifique su existencia. De esta manera, darle crédito suficiente a Rafael, de que finalmente, y sin importar como, logró hacer una película, como fue su deseo durante muchos años. Por otro lado Don Ray -como le digo de cariño, el padre de mi madre, el co-protagonista de la historia, decidió apoyarme en el proyecto, ya que Rafa no tenía amigos en la vida real y yo necesitaba alguien de confianza con quien pudiera hablar para entablar los diálogos. Había una relación pequeña, pero significativa resultado de la unión de dos familias, y a final de cuentas sirvió perfectamente para mostrar el universo de amistad que necesitaba demostrar y, al mismo tiempo, romper de manera dolorosa en La maldad.
SA 31, 13.10, CIN 1
SA 31, 21.40, CIN 1
DO 1, 13.10, CIN 1
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