Crsitina y su obsesión
Termina una semana donde ha quedado en evidencia que el oficialismo empieza a dejar atrás sus internas y contradicciones y se alinea detrás de la agenda de Cristina Fernández de Kirchner. El puntapié inicial lo dio el lunes el presidente Alberto Fernández lanzado una ofensiva contra el Poder Judicial y la oposición. En consonancia con el jefe de Estado la vicepresidenta describió ayer con lujo de detalles que el Frente de Todos intentará reconstruir un proyecto hegemónico y por eso las elecciones de medio término pasan a ser de “vida o muerte”.
En su enérgico alegato político frente a los jueces de la Cámara de Casación, la vicepresidenta fue hilvanando el ADN kirchnerista respecto a la relación con el poder: No disimuló que intenta reinstalar, como en 2011, la épica del “vamos por todo” porque no acepta bajo ningún punto de vista la actual relación de fuerzas en el escenario político e institucional. Obviamente el malestar de CFK se origina en las causas judiciales que se tramitan en Tribunales, pero la cuestión es más profunda. Ella creía que, uniendo al peronismo, tragándose varios sapos como el regreso de Sergio Massa, y poniendo a Alberto Fernández de candidato derrotaba a Mauricio Macri y “desarticulaba” la supuesta alianza entre los “poderes concentrados”, los medios de comunicación y el gobierno anterior.